RECUERDOS Y VIVENCIAS

La tarde era un bochorno. El horizonte, algodonado de nubes, presagiaba tormenta.

Mi gente, labraba con amor las fértiles huertas en la vega del Miruelo, las abuelas tejen a la sombra de un cerezo que despunta una roja cosecha de jugosas cerezas…

Sigo mi camino, con la mochila repleta de recuerdos, hasta el Santuario de las Angustias.

Como en lo años más dulces de mi tierna infancia, apoyo mis manos en los barrotes del ventano de su puerta forrada de hierro, mirando algunas «perronas» en las frías piedras de la entrada, que algún devoto depositó a su paso por el camino.

Allí está, como siempre, con el hijo roto entre sus brazos, con mirada penetrante, mezcla de dolor y de ternura, nuestra patrona LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS.

No puedo evitar un estremecimiento que recorre, de arriba a abajo, mi piel…

¡Cuántas plegarias! ¡Cuántos favores! ¡Cuantos momentos de paz y de sosiego al amparo de su protección!

Peregrinos, segadores, arrieros, gentes sencillas de mi pueblo y de mi tierra…«¿Te acuerdas,Madre?, ¿Te acuerdas,Madre?…A tus pies cuántas veces recé la Salve…»

Mi silencio se hace plegaria: «Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos»  y  mi cuerpo flota en la memoria del tiempo: La procesión por el puente, devotos descalzos por la empedrada Calle Real con los pies arañados del camino.

Desde Manjarín, labor de Rey, El Acebo, Compludo, Riego,  Castrillo, Las Tejedas, Los Barrios, Campo, Ponferrada… El Bierzo peregrino por las calles de mi pueblo para cumplir una promesa y venerare a «La Preciosa»…Todavía resuena en mis oídos la música de aquellas cadenas,  atadas a los pies, que se arrastraban lentamente, con mucha fe, tras la imagen.

Huelo el aroma del centeno en la era y la hierba recién recogida en el pajar.

Sueño de colores los racimos de las viñas doradas.

Y te veo a Ti, majestuosa y sencilla con el último ramo de albahaca que te cayó en el regazo  desde cualquier corredor…

¡Virgen de las Angustias!

No sé, ni cómo,  ni de qué manera, pero, de repente,  me sorprendo a mí mismo cantando.

¿Sabéis lo que canto?

Algo que aprendí, siendo muy niño, algo que todo cantábamos el día de su fiesta y que aquí os dejo escrito para cantarlo este año:

«Madre de Las Angustias

consuelo de afligidos.

A tus plantas, postrados,

Con devoción venimos.

Vuelve tus dulces ojos,

vuelve tus ojos bellos

y llena de alegría

los ojos nuestros.

Jesús está en tus brazos,

muerto de amor por nosotros,

y, lagrimas de perdón,

lloran tus ojos,

lloran tus ojos.»

Alberto Morán Luna

Molinaseca, 7 de junio de 1988

 

 

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