Viernes Santo.. Procesión del Silencio al anocher en Molinaseca y Dehesas
No sé cuántos golpes de martillo tuvieron que dar aquella tarde para clavarte los clavos, pero todavía retumban hoy en el monte calvario del mundo.
Golpes, que no son sólo un eco del calvario, sino una realidad sangrienta en la vida de nuestra sociedad y de nuestro mundo que sigue clavando en la cruz a tantos cristos inocentes.
Golpes de estado, que siembran el odio la injusticia el dolor y la muerte en tantos pueblos de la tierra.
Golpes de operaciones macroeconómicas para enriquecer a unos pocos y hundir más en la miseria a los pobres de todos los días y de todas las horas.
Golpes de silencio ante la injusticia el soborno y la masacre de los derechos humanos más elementales.
Golpes míos y tuyos para salir adelante caiga quien caiga, para tener mas que el otro, para presumir más que el otro, para ser más esclavo que el otro.
Golpes de falsedad, disfrazados de bonitas palabras, que son peores que los clavos que atravesaron en aquella tarde tus manos y tus pies.
Golpes de suerte que se convierten en golpes de muerte porque sólo nos dan dinero, y nos clavan en la cruz todas las ilusiones, todos los sentimientos, todas las alegrías toda la dignidad de personas.
Golpes y más golpes en los pies y en las manos de los que, como tú, entregan su vida por amor para hacer libres y felices a todos los hombres y las mujeres del mundo.